Miles y miles de pisos prometidos y ninguno ha iniciado su construcción. Mentiras tras mentira, mentira para tapar otra mentira, fraude, engaño, decir a cada uno lo que quiere oír, sin importarle lo que le está diciendo. Mala fe, oscurantismo, solo le interesa el poder, por el poder, a toda costa.
“Mantras” y más mantras, tergiversaciones, temeridades.
El mundo de Sánchez es vivir en el hilo de la resistencia, de la supervivencia mientras que sus socios, PNV, Junt, enemigos de España, solo le sostienen porque esperan a cobrarle el precio de su investidura y con esa esperanza le justifican la corrupción, sus malas artes, sus patrañas y lo que le tengan que justificar.
Le amenazan, pero ya se sabe que esas amenazas no tienen recorrido, porque Sánchez es un chollo para ellos. España les importa lo mismo que a Sánchez , “nada”.
En cuanto a Sumar, la Yolanda no tiene dónde ir y los “yolandos”, menos todavía, si cabe.
Ese es el “finísimo alambre” en el que se sostiene su gobierno. Pero Sánchez no quiere, si sabe gobernar, solo quiere el poder por el poder.
Se trata continuamente de desviar el foco del último escándalo, de la última artimaña, de la última desviación de poder, de la última triquiñuela con una promesa, que ya es repetida: Todo en Sánchez es humo.
El timón de España, el mando de España, está en la irracionalidad.
Está sentado sobre la basura, sobre la alcantarilla de la que salió. Esa es su banda y de ella viene su poder, el cargo del que se irá sin haber sabido “vestirlo” ni un solo día, porque no sabe vestirlo. Solo sabe contonear su chulería y despotismo.
La “pantalla” para los ingenuos que le escuchan embobados, es “regenerar” España, cuando es Sánchez, el que la ha degenerado. Su plan, su objetivo, como el de toda su banda, era y es el botín.
Y todo ello se sostiene ante la pasividad de la sociedad , que “traga” lo que haya que tragar por su pereza, conformismo, por su falta de capacidad de asombro y por sus estómagos agradecidos.
Una obscena okupación del poder.
Sánchez está desnudo y su “banda” agotada, pero que resiste bajo su paraguas de vida de lujo, porque no tiene donde ir.
Y así ¿hasta cuándo?: Hasta que esa sociedad anestesiada, “ciega”, perezosa y conformista, quiera.
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